Historia de Vicky Mirna (Lynx)
Descripción física:
Delgado y no demasiado fuerte. Levemente más pequeño que para los de su edad se le ve liviano y ágil. Sus facciones no son especialmente hermosas, ni sus modales demasiado refinados, al igual que el vocabulario que usa. Lleva ropas oscuras con una capa que cubre dos vainas con dos espadas cortas sujetas a su espalda. Un cuchillo en una bota, una ballesta a un lado colgada y un pequeño carcaj de virotes en su cinto.
Descripción psicológica:
Alocado y curioso. No es que no sea listo, pero le faltan muchos conocimientos en la vida dado la poca educación que recibió, hacen que ignore sobre todo y no sepa cómo comportarse casi nunca. Del mismo modo que potencia su curiosidad por todo aquello desconocido, aunque para muchos pudiera parecer de lo más obvio. Intenta siempre divertirse y tiene una obsesión con el oro, pues considera que la culpa de sus desgracias es la extrema pobreza. Desprecia a los ricos por el hecho de que tienen lo que él nunca ha podido tener. Desea encontrar amistades y de algún modo, sentirse en familia pues nunca pudo sentir eso del todo, no obstante ha sufrido demasiado de personas cercanas como para dar demasiadas oportunidades, lo que hace que rápidamente pierda el interés en la gente que de primeras no le agrada.
Las campanas del templo más cercano sonaban entonando su tradicional lento y constante toque de un nuevo amanecer. La niebla cubría las húmedas calles de las estrechas calles de los barrios bajos de
Ahystor. La llamaban la joya del este, pero para algunos no era precisamente eso. Una pequeña comitiva, vistiendo con ropajes negros, llevaba sobre sus hombros un ataúd. Tras ellos, un joven muchacho de lamentable aspecto les seguía mientras se escuchaban pequeños murmullos de las chismosas del barrio. La comitiva avanzó por las sinuosas calles hasta las afueras donde un clérigo que destacaba por sus ropajes limpios y de calidad dijo unas palabras ofreciendo un rezo por la difunta. No duró demasiado la ceremonia y en cuanto terminó algunos de los que había estado en la comitiva se lamentaron por el muchacho, no obstante, nadie se ofreció a acogerlo. Eran todos miembros de familias extremadamente pobres y no podían permitirse alimentar otra boca, y menos una de 12 años. Lentamente se fueron todos y quedó el joven sobre la tumba aun por cerrar de su madre, con el enterrador a una veintena de pasos.
Lo cierto es que no era tan rara su situación. Muchas otras familias habían pasado por cosas parecidas. Su madre de joven se enamoró de un marinero, este le lleno de historias y aventuras ganándose su inocente corazón, no obstante, al poco de quedarse embarazada el marinero partió y nunca más se supo de él. Su madre desde entonces había condenado su vida de tal modo que tenía que sobrevivir en la pobreza y además, alimentar y criar a un niño. Eso la hizo juntarse desesperada la mayor parte de las veces con tipos de la peor calaña que estaba con ella un tiempo, y al poco la dejaban. Vicky había tenido mil distintas figuras paternas y, en cierto modo ninguna. Creció en los barrios bajos sin recibir educación de ningún tipo, marcando en cierto modo el futuro al que podría aspirar, no obstante, su madre se las ingeniaba para que no murieran de hambre y cuando no,
Vicky conseguía robar con sus amigos del barrios algo de comida del mercado. No era raro para
Vicky encontrarse a su mujer de vez en cuando golpeada hasta casi la muerte. Las parejas que su madre tenía solían ser gente violenta, no obstante el último de ellos era especialmente violento y un fatídico día cuando
Vicky llego a saca la encontró muerta en el suelo, la habían golpeado hasta su muerte. Sin vida, junto a ella, tomándola de las manos, observaba el rostro deformado de su mujer en silencio. Normalmente siempre que la había visto golpeada ella sollozaba casi en silencio, ahora ya no volvería a llorar por culpa de ningún hombre.
Tras el entierro quedo en la calle sin nada ni nadie que le protegiera, pero apenas le importaba el frio o el hambre, solo pensaba en una cosa, vengarse del último novio de su madre. Le busco durante días y se enteró de que se había marchado en el último barco rumbo a una isla que quedaba al este. Desesperado y tras montar un escándalo en el puerto, fue a la guardia a denunciar el asesinato de su madre, no obstante, sin pruebas y con el responsable ya lejos la guardia poco podía hacer, además, la muerte de una mujer de mala vida de los barrios bajos no era un tema que obsesionara demasiado a la guardia.
Vicky lleno de ira fue al único sitio que le quedaba por acudir, el gremio de asesinos de
Ahystor. Todos en los barrios bajos sabían lo peligrosos que eran, así que él sabía muy bien que tenía que cuidarse de ellos, no obstante la venganza le cegó, ocultando lo que la razón y un buen sentido común le habría prevenido. Acudió a ellos pidiendo ayuda para encontrar al asesino de su madre. Allí, que ya le conocían y conocían su caso, prácticamente como si le hubieran estado esperando, le prometieron ayuda a cambio de una deuda que determinaría el gremio cuando estaría saldada, y mientras tanto, el debería trabajar para ellos.
Vicky aceptó y una semana más tarde se lo trajeron, por lo visto había sobornado en el puerto a algunas personas para que dijeran que había tomado un barco lejos de allí, pero realmente, estaba en la ciudad pero se había mantenido oculto para dejar que pasara el tiempo suficiente. Desgraciadamente para él, no era fácil ocultarse del gremio de asesinos. Pusieron una espada corta negra en las manos de
Vicky y sin dudar un instante, se acercó a él y le clavó la espada en el corazón hasta la empuñadura.
Así su vida empezó de nuevo, al amparo de las sombras del gremio de asesinos. Aunque fuera bien temido por la cantidad de muertes que habían provocado, el gremio no solo se mantenía con el asesinato, sino con robos, envíos de paquetes de un modo discreto al igual que el contrabando. Vicky empezó su vida en el gremio aprendiendo como se un ladrón, estafador y aprendiendo el verdadero precio de las cosas, algo que era indispensable para un ladrón pues no había nada más ridículo que aparecen ante tu jefe con un montón de joyas y todas falsas.
No obstante
Vicky, que había probado la sensación de la venganza, jamás quedo satisfecho del todo y fue bien consciente de que, el precio que había pagado por lograrla había sido arruinar su propia vida y convertirse en lo que ahora era. Su madre no estaría seguramente orgullosa de él, de igual modo que, siempre que robaba en el mercado ella le regañaba. El tiempo diría en que se iría convirtiendo, por ahora, no tenía nada más.
Vicky llegó a la adolescencia en el gremio y poco a poco con sus éxitos, fue ganándose el agrado de sus jefes. Había desarrollado suficiente sus habilidades para lograr darles un buen uso y aportaba beneficios al gremio. Un día
Vicky se acercó a su jefe y le preguntó cuándo estaría su deuda saldada. Este le miró y le hablo de los gastos que había tenido al criarle y educarlo. Que su deuda no solo no estaba saldada, sino que en ese momento era mayor que inicialmente. Fue en ese momento cuando
Vicky comprendió de que jamás podría lograr saldar su deuda y dejar el gremio. Moriría más tarde o más temprano, pero sería siendo un miembro del gremio de asesinos.
Fue entonces cuando empezó a planear como dejar el gremio, y dado que era imposible hacerlo con vida, debería morir. Planeo durante semanas y semanas su muerte al detalle. Él no volvió en ningún momento a hablar del tema de su libertad con nadie del gremio y al tiempo se enteró de que le querían entrenar para empezar a acabar con gente, no obstante antes tendría que hacer una prueba y se las ingenió para enterarse de donde seria y con quien sería tal prueba. Una noche a escondidas salió de los barrios bajos y se presentó ante el umbral de la casa del que iba a ser la víctima de la organización y no con dificultades, consiguió que finalmente le atendiera el señor que vivía allí. Era de una familia acomodada, no demasiado rico pero con recursos. Llego a un acuerdo con él y regresó el gremio y no volvió a acercarse nunca más a la casa.
POR ESTA LIBERTAD
Por esta libertad de canción bajo la lluvia
habrá que darlo todo.
Por esta libertad de estar estrechamente atados
a la firme y dulce entraña del pueblo,
habrá que darlo todo.
Por esta libertad de girasol abierto en el alba de fábricas
encendidas y escuelas iluminadas,
y de esta tierra que cruje y niño que despierta,
habrá que darlo todo.
No hay alternativa sino la libertad.
No hay más camino que la libertad.
No hay otra patria que la libertad.
No habrá más poema sin la violenta música de la libertad.
El día de la prueba llegó, eran varios que deberían mostrar sus habilidades, la mayoría de ellos ansiosos por demostrar algo a los jefes del gremio.
Vicky estaba ansioso por otros motivos. Fueron en la oscura noche por las calles y a unas casas de distancia de la casa a donde estaba el objetivo, entraron en un portal de aspecto humilde y subieron por las escaleras hasta un piso que estaba medio abandonado, lleno de ratas, polvo y suciedad por todos lados. Allí, saliendo por la ventana subieron a los tejados de la ciudad. En silencio recorrieron los tejados en una noche oscura sin luna y llegaron a la ventana de la casa del señor que días atrás,
Vicky había visitado. El jefe miro a
Vicky como mostrando que tenía que hacerlo él y
Vicky se acercó a la ventana y tras examinar el interior, sacó el cristal de la ventana sin hacer ningún ruido, después, pasando la mano al interior, abrió lentamente la ventana y entro en el cuarto. Se acercó en silencio hacia la cama y, mirando hacia la puerta entreabierta que daba al pasillo, vio que la luz de una vela oscilaba levemente. Cuando estaba a punto de alcanzar la cama del noble, piso conscientemente con un poco más de fuerza un tablón provocando que este crujiera con suficiente fuerza para que desde la ventana, el resto de ellos lo escuchara. Entonces de pronto el noble saco de bajo su almohada un estoque y le atravesó el pecho con él.
Cuando había planteado esto al noble el parecía confuso, y
Vicky realmente no estaba preparado en realidad para semejante herida. Se agarró con la mano al pecho soltando un grito de agonía, se le empezó a nublar la vista rápidamente pero le dio tiempo a observar como un buen montón de mercenarios armados entraban de golpe en la habitación y se encaraban a los miembros del gremio de asesinos.
Vicky calló inconsciente al suelo y los miembros de la banda, pensando que estaba muerto escaparon abandonándolo.
Vicky se despertó en una cama con sabanas limpias y vio a una sirvienta que estaba a su lado junto al que parecía ser un mercenario, nada más abrir los ojos, la sirvienta se levantó y salió del cuarto. Tras unos minutos que le dieron tiempo a
Vicky de ser consciente del propio dolor en el pecho y la profundidad de su herida, llego el señor de la casa. Le agradeció por lo que había ocurrido y le dejó una pequeña bolsa de oro al lado de la cama. También le dijo que ya había hablado con un comerciante que le transportaría lejos de Ahystad, pues por ahora lo mejor era que desapareciera y también le recomendó que se cambiara el nombre. XXX pensó en cual sería un buen nombre y entonces recordó que su madre le llamaba, mi pequeño Lince, así que decidió que a partir de ahora se haría llamar
Lynx en honor a su madre. Lograría empezar una nueva vida lejos del gremio de asesinos y quizás, algún día, lograr ser alguien de quien su madre pudiera estar orgulloso, aunque, jamás podría olvidar su pasado, quien era, donde había crecido y lo que le había ocurrido.