//antes de narrar la historia real, quiero avisar que el texto anterior fue una narración que quise hacer para intentar trasmitir los sentimientos del personaje y su estado mental. Se que es algo rara pero es lo que quise trasmitir.Aquí va una historia más formal //Xía Qishian
Los días pasaban a un ritmo lento donde todos hacían una rutina de trabajos forzados hasta desfallecer . Si querían comer, debían presentar una cantidad de madera constante en este campamento forestal. Las palabras de aliento del látigo durante el día, el hambre durante la noche y la falsa esperanza de veinte años de trabajo para la libertad, hacía que todos trabajen sin cesar.
Rocainfernal, es un territorio donde la esclavitud es normal, donde la compra venta de esclavos traídos de otras regiones, hacen de los humanoides otra moneda de cambio, valiosa si se sabe usar.
Criar a una niña que siquiera era su hija, no es fácil, y las condiciones en las que vivían eran deplorables. De sus padres reales, no se sabía nada, en el último cargamento, una pareja de las islas de jade tomo responsabilidad de una bebe que yacía en los brazos de una mujer sin vida. Esta tenía un tatuaje de forma tribal en su frente entre las cejas, raro para un bebe estar marcado así, su origen era extraño, y su piel parecía denotar su procedencia Khardiana.
A base de puro esfuerzo, pasaron 5 años y un incidente cambiaría la vida de muchos. Una batalla sin cuartel por intereses hizo que un grupo armado de bandidos asalte el lugar. Tomando la vida de los hombres y abusando de las mujeres. Esos fueron los últimos recuerdos de una vida no tan normal, su padre adoptivo perdió su vida luchando con el hacha, no sin antes abrir el pecho de un asaltante, la mujer que le cuidó, no paso mejor destino, su muerte fue lenta y penosa. Estos hombres no tomarían esclavos, y el tiempo de su ataque nocturno no podría durar demasiado como para que se encargaran de matar a una niña oculta debajo de un montón de paja.
El hambre la hacía desfallecer en el camino, hacía donde no lo sabía, pero a algún lugar llegaría, seguía una dirección donde alguna vez alguien pasaría. De apariencia andrajosa, alguno que pasara le daría unas onzas de pan duro o mohoso.
Tras días de avance, pareció ver un campo, sin mucha duda, vio comer a los cerdos, y allí no dudo en tomar una porción de aquellos restos aguados que nadie se atrevería a comer.
En las ciudades, mendigar era su forma de vivir, aunque los pueblos y ciudades de Rocainfernal no perdonan a los que no tienen nada, más de una vez sufrió de abuso y golpizas de borrachos, matones o pervertidos, pero así pudo pasar sus años avanzando por el mero instinto de supervivencia.
Nunca tuvo algo propio, ya no recordaba lo que significaba un lugar al cual regresar. El valor de las cosas, el valor del sentimiento, ya no eran comprensibles. El hambre la hacía esforzarse, robar no era robar, era comer, era poder dormir. Viajar era un deber, ¿para buscar algo nuevo?, no, el viajar era el huir de aquellos recuerdos dolidos, de rechazo. Una necesidad, los mercaderes podrían hacer la vista gorda una vez, antes de cortarle una mano, los borrachos al verla sola se aprovecharían, alguien podría intentar venderla de esclava, no podía estar mucho tiempo en un mismo lugar.
Una noche estrellada y luna llena, un hombre se acercó en medio de aquel camino vacío, ella cubrió su pan duro como si fuera el tesoro más importante, no sería la primera vez que le robaran.
"Sígueme, comerás" dos simples palabras, y le siguió, la compañía da calor. Ya era una adolecente, tenía el cuerpo ligeramente desarrollado, y estaba dispuesta a entregarse, después de todo se consideraba sin algún valor.
Caminaron hasta un claro donde el aroma a carne rostizada se sentía antes de poderla ver. Allí esperaba un adolecente quien al verla le ignoró.
Tras invitarle a sentarse y ofrecerle comida y bebida, el hombre empezó a preguntarle, sobre su futuro, sus deseos, que quería, a donde se dirigía, y un sin fin de preguntas.
La adolecente contesto vagamente, sin mucha idea que decir, realmente no pudo contestar nada, para ello debería tener un algo para decir.
Largos minutos de silencio.
"Te he visto varias veces, en distintos lugares. No es casualidad, ni tampoco intencionado" La muchacha pestañeo varias veces sin mediar palabra. "Si puedes seguirme, puedes quedarte"
Pasaron las estaciones, y con ellas aumentaba el aprecio que la muchacha tenía por aquel hombre reservado, cruzando el año, y aún no sabía siquiera sus nombres. No había día que no caminaran horas hasta su siguiente destino mientras aprendía de las lecciones que les daban, meditación, juegos mentales como acertijos, adivinanzas, historias con moralejas, escritura y lectura.
Creyendo que había encontrado la razón de su vida, hacía todo con mayor entusiasmo, el cual comenzaba a notarse.
"solo comparto mis conocimiento con ustedes. Queda en ustedes aprender o no. No soy un padre, no soy su amigo, y ustedes no son nada para mí. Y nuestro tiempo junto es limitado" Así terminó la lección aquella noche de invierno.
Desolada por las palabras de quien admiraba, de aquel hombre que la había rescatado de la vida que llevaba, no encontraba una razón para seguir, lo poco que creyó tener, no era más que nada. Esa misma noche, se acercó a un barranco el cual quedo observando largo rato, antes de decidir tirarse por él.
Al despertar, estaba al lado de una fogata, toda vendada y entablillada, con varios huesos rotos en todo su cuerpo. El hombre que estuvo enseñándole, parecía observarla, pero esta, no parecía reaccionar, había olvidado muchas cosas, producto del golpe o por el dolor que le traían aquellos recuerdos.
Los años pasaron, pero no fueron como antes del incidente. Cada discípulo tomo un camino distinto, y el maestro, solo les veía una vez a la semana. La muchacha ya recuperada, volvió a sobrevivir por su cuenta, y poner en práctica lo que el hombre le enseñaba.
Después de tanto viajar, la joven ya tenía un cuerpo bien formado, entrenado por los rigurosos caminos que debía recorrer, su mente a pesar de estar trastornada, comenzaba a enfocarse en la meditación, y sus habilidades de combate se hicieron notar en cuanto empezó a defenderse.
Pero había algo que faltaba, aunque con un cuerpo más desarrollado, seguía una vida sin motivaciones, sin pertenencias, sin valores, sin ningún tipo de sueño o meta. Realmente, no sabía por lo que vivir, aunque seguía adelante con aquella fuerza que hace querer vivir a los hombres, siguiendo el instinto de vivir.
"Han pasado varios años ya. Es tiempo de decir adiós. Este último consejo que te daré. Sirve a aquel que tenga la mayor aspiración, y cuando esté por completarla, ahí nacerá el deseo oculto que llevas"
Años más tarde, dejando hace tiempo la adolescencia y volviéndose una joven , se unió temporalmente a una milicia, ya sin rastros hace años de su maestro, siguió su propio camino en busca de aquella persona que la motivaría. Entreno casi 6 meses, donde aprendió el uso de armaduras y armas marciales, pero, por alguna razón, sintió aprecio por un arma, es aquella arma que, sin entender porque, sentía familiar. En verdad es un recuerdo de su padre adoptivo que portó durante los primeros años de su vida, quien lucho contra los asaltantes, para salvar a su familia. Aunque no tiene recuerdos de aquel entonces, si tiene un dejo de familiaridad con ella.
Por último, llego a Heystad donde....