Lara entró a paso firme al templo que la había formado como sacerdotisa, “adornada” por su robusta armadura y su mirada determinada.
Muchos de sus antiguos conocidos se encontraban ahí. Habían acudido a la citación con la urgencia que había requerido Lara en su comunicado.
Las carcajadas y vozarrones de los guerreros se fueron silenciando a medida que la enviada de Tórim se acercaba al altar, dispuestos todos a oír sus palabras.
-“¡Hermanos y hermanas! Agradezco a Tórim y a ustedes por esta reunión de grandes guerreros. Hoy les traigo una noticia que alegrará sus corazones y enardecerá sus espíritus…”
Se tomó un segundo para mirarles, con su habitual expresión entre lo desafiante y lo analítico.
-“No perderé tiempo en rodeos. Tenemos a un formidable enemigo en nuestras puertas, hermanos y hermanas… Un enorme ejército dirigido por fuerzas infernales desembarca en las costas sureñas ahora mismo, mientras hablamos.”
Los guerreros se miraron entre ellos sin saber aún qué pensar, pero sin duda sorprendidos por lo que oían.
-“Los profetas de Bale han vislumbrado en sus sueños que seremos todos pisoteados por grebas infernales, como ratas. Me han dicho que nuestras tierras serán dominadas sin resistencia posible, y nuestras vidas serán segadas como si de trigo se tratase…”
Hizo otra breve pausa, mientras esbozaba una tenue sonrisa maliciosa.
-“…A nosotros, a los portadores de la Guerra. A nosotros, a los hijos del más fuerte de los dioses.”
Desenfundó su espada y de un movimiento salvaje la hundió en la roca del suelo, dejándola clavada con estruendo. Miró una vez más a sus compañeros de fe, alzando un puño enérgicamente.
-“¡No entienden que no somos como ellos! Donde los devotos del dios débil tiemblan, nosotros reímos. Cuando la muerte campea a sus anchas, nosotros le escupimos en la cara y le arrebatamos lo que nos dé la gana. ¡Hermanos y Hermanas! ¡Hoy nuestros enemigos son formidables pero ignorantes! Hoy nos traen la guerra a nosotros… ¡A nosotros, almas de acero!”
Se golpeó la coraza con el puño cerrado, apoyando luego la mano en la empuñadura de la espada clavada. Su tono de voz y su expresión se tornaron sombrías.
-“Les enseñaremos el verdadero rostro de la Guerra... A nuestro aliados y enemigos les enseñaremos el horror y la destrucción que viene de enfrentar al Implacable, al más poderoso de los dioses, Tórim.
Hermanos y hermanas, el día de hoy les hago una invitación a la gloria. Un llamado a demostrar su fuerza y coraje ante los ojos de nuestro dios. Acompáñenme, y juntos llenaremos su corazón de orgullo, y a nuestros enemigos de terror.”
Retiró la espada de la roca de un solo movimiento brusco y la envainó.
-“Nuestros enemigos nos esperan. ¡Que Tórim guíe nuestro acero!”
// Wolfo, si puedes respóndeme con la reacción de los guerreros.
Nos vemos!