Crónicas de Nueva Heystad por Alistair Dalendt

Queridos lectores de Nueva Heystad, antes que nada necesitáis saber quién os contará los sucesos más alucinantes que ocurran en Zanundor y donde me lleve el destino. Será el culpable de que todos ellos sean inolvidables porque quedarán inscritos en éstos pergaminos que recopilarán las mejores aventuras vividas. No dudéis en reclamar mis servicios para acompañaros en vuestras aventuras o si no habéis tenido la suerte de encontrarme cuando la hayáis iniciado, contádmela y todos la conocerán gracias a mi talento literario. Y si tenéis algún interés especial por alguno de los héroes o aventureros que pisan diariamente Nueva Heystad, comunicádmelo y no dudaré en entrevistarle con mi irresistible encanto y desmesurada labia.

No todas las historias pueden ser épicas, no todas pueden causarnos ese estremecimiento interno y ese escalofrío que se puede sentir en la piel, pues como dijo una vez la pelirroja más bella que ha pisado Zanundor: “No todos los días se puede salvar el mundo”. Así que hoy les contaré la aventura vivida por demasiados aventureros  que quisieron ayudar en algo que resultó realmente sencillo. ¿Quién lo hubiera dicho?

Todo empezó con nuestra ya conocida condesa y heroína pelirroja, que en esos momentos cargaba unos voluminosos libros declaró al resto de aventureros que la búsqueda de ácido para la creación de balas iba a resultar difícil pues los llevaría a unas criaturas que vivían en la temible infraoscuridad. Por lo tanto, ignorando a algunos locos que se apuntaban a ello, quiso continuar buscando en otros libros otras alternativas, pero entonces un tipo asustado y sudoroso se adentró en la villa pidiendo ayuda. ¡Una temible criatura que expulsaba ácido había sembrado el caos en el bosque profundo! ¡¡Qué casualidad!! El destino parecía estar enamorado de cierta semielfa porque yo aún no me explico esta coincidencia.

Por lo que explicó el asustadizo tipo, estaban trasladando a unas criaturas exóticas cuando se produjo el accidente, luego se entendió que se trataban de contrabandistas o algo así, pero eso no es lo importante aquí, sino el hecho de que se movilizaron unos doce aventureros hacia allá para conseguir el ansiado ácido.

De pronto se escuchó un fuerte rugido que me pareció a mí que sacudió todos los árboles cercanos a la criatura que emergió de entre la oscuridad. Un oso de por lo menos cuatro metros de altura ¡y estando a cuatro patas!, cuando se puso en pie… le cortó la respiración a más de uno. El ‘Caballero Oscuro’ al que llaman Zack trató de amansar a la bestia pero ésta se revolvió contra él poniéndose más violento aún. Se oyó otro rugido de la furibunda criatura, yo tuve que apartarme para poder salvaguardar mi integridad física y poder contaros la historia tal como ocurrió. Y no sé de donde le llegaron tantos palos, pero en un abrir y cerrar de ojos el oso que resultó ser una osa quedó en el suelo gravemente herida tras la paliza. De haberlo presentado algún druida habría derramado una lastimera y amarga lágrima al contemplar tal espectáculo porque fue verdaderamente lamentable. Pero hubo salvación para el temible animal que pudo habernos matado a todos ya que una elfa de pantalones ajustados y poderes divinos, aquella a la que llaman Idril, sanó a la bestia mientras el resto continuaba su camino. Entendí que alguno resultó herido por zarpazos y alguna que otra carga pero no hubo que lamentar la muerte de ningún aventurero.

El camino fue largo y hubiera sido un muermo de no estar yo que relajaba el ambiente tocando mi laúd, pues entendí que un buen número de aventureros no se llevaban muy bien entre sí por algunas puyas que pude oír y anoté mentalmente para próximas publicaciones. En fin, a lo importante, nos detuvimos otra vez pues ya encontramos las caravanas donde varias criaturas exóticas se encontraban encerradas, entre ellas un ‘negador’ que ni idea tengo de lo que es pero era fea con avaricia. Como otras tantas, sin embargo, lo que más nos llamó la atención fue habernos encontrado los barrotes de una de ellas abierta al encontrarse carcomida por el ácido. Todos empezaron a preocuparse y a mirar inquietos a su alrededor hasta que a mi lado vi aparecer a Lady Lisange, aunque era extraño, estaba más callada de lo normal y sin el ceño fruncido. Todo cobró sentido cuando descubrimos que no era la verdadera sino... ¡Un Doppelganger que tomó su forma!

Con la pacífica diplomacia que caracteriza a la condesa, a punta de flecha lo fue interrogando amenazadoramente para que les contara dónde había ido la criatura que expulsaba ácido pues le había liberado a él. Y en forma de la pequeña y adorable Drappi,  nos fue guiando hacia donde lo había visto irse. Fue un paseo raro teniendo en cuenta que había dos Drappis, luego dos Aramirs y luego dos Alsans que entablaron una conversación de besugos.

El resto localizó a la bestia corrosiva que tenía forma de cerdo, langosta, escarabajo… todo a la vez. El Mayor Thresh fue el primero en quererle dar lo suyo, le propinó un golpe con su bastón de madera que no le hizo nada, en cambio él recibió el gracioso escupitajo ácido de la criatura que salpicó sus ropas. Así que otros se aplicaron más y en fin, como con la osa pero con mayor orden quisieron aportar su granito de arena para apalizarla. ¡Qué abusivo!  No fue épico, no fue honorable, fue… deplorable pero bueno, era necesario, ¿verdad? Aunque por caridad la hubiera ejecutado de un solo golpe pero a muchos se les veía deseosos de participar con al menos un golpe, como si se tratara de una piñata y no de un ser vivo. Tras los hechizos de la lanthoriana Ángela que por fin dieron muerte a la doliente bestia, el Imperial ‘especial’ Marsh, le cortó la cabeza. Y así fue como victoriosos, se fueron de allí con la ansiada glándula ácida.

No sé los aventureros que asistieron a aquella excursión, pero yo cuando vea esas balas a la venta me acordaré de mi primera aventura a la que asistí y regresé con un sabor agridulce, pues no se ajustó a mis expectativas. Pero señoras y señores, esto es la realidad y así os la he contado.





Validado por la DM Panda