Nombre: Valeska
Raza: Humana
Procedencia: Vosslengard, Anorand
Sexo: Mujer
Edad: 20
Antepasados: Einar y Helga del clan þjófur
Sus respiración ajetreada resuena como un tambor en el interior de su pecho mientras corre con presteza entre los árboles helados de la inmensa tundra. Gotas carmesí resbalan de sus brazos entremezclándose con la suciedad que porta sobre si. Palpa a tientas su cadera, sin perder la vista del frente, desenvainando una daga pequeña y muy afilada.
Coge impulso mientras no desciende su carrera inclinando ligeramente su cuerpo y tensando sus músculos para dar un potente salto al fin de esquivar el árbol caído que se interpone frente a ella. Tambalea ligeramente en el suelo, se ayuda posando la muñeca en el suelo para proseguir en su rauda carrera.
"Tan solo un poco más, no desfallezcas Valeska" Sus palabras resuenan en su mente una y otra vez, aunque cada bocanada de aire que toma hace arder su pecho.
Su fiera mirada resplandece como dos esmeraldas envueltas en una maraña de cabellos oscuros y pieles para protegerse del perpetuo invierno al que se ve sometida, su ceño permanece fruncido mientras los gruñidos se arranca desde el fondo de sus entrañas.
Un último salto la guía hasta su presa, embistiendo su costado con toda la fuerza que es capaz de reunir en la temprana edad de doce invierno, mas el venado ya está herido y tras la trepidante carrera, agotado.
Hunde con fuerza la daga en el costado de su garganta y este cae por fín al suelo, mientras su cálida sangre baña la reluciente nieve que cubre como un manto la tundra. No pierde tiempo en desangrar al animal por completo y cargarlo sobre sus hombros, los últimos rayos de sol se empiezan a esconder sobre las rocosas montañas sumiendo a la joven bárbara en la oscuridad.
Muchas son las leguas que la separan del campamento mas cercano de Vosslengard, cargar con el ejemplar cazado ralentiza demasiado su marcha, mas una cueva se presenta en la concavidad de unas rocas como si Torim la hubiera dispuesto para ella, velando por su seguridad.
Deja sus pertrechos en la entrada, a su misma vez, prepara una hoguera que la mantenga caliente y compone un lecho de hojas y algunas pieles que portaba en su morral, lo suficiente para soportar una fría noche.
Las horas se suceden ante el chisporrotear de la grasa que gotea sobre el fuego al cocinar una pequeña parte de su presa, momento en el cual, la joven cachorra escucha ruidos en la profundidad de la cueva.
Toma una rama con la siniestra y la prende con el fuego de la hoguera, con la diestra sujeta con firmeza su hacha y avanza en la quietud de lo que la rodea. No alza su voz, no pronuncia palabra alguna mientras retiene su aliento de forma inconsciente.
La luz que emite su antorcha ilumina aquello que producía los ruidos, los ojos de Valeska se abren como platos, su boca se desencaja y su mano se abre haciendo rodar la antorcha por el suelo de la caverna.
Ocho años después
Un gruñido se arranca de su garganta y comienza a escupir las briznas de hierba que se habían introducido en su boca tras rodar por el suelo. Trata de incorporarse con lentitud, pues un acuciante dolor palpita en su nuca.
Mira en derredor, no conociendo el lugar en el que se encuentra. Avanza varios pasos siguiendo el camino mientras el ruido de los cascos de los caballos que tiraban de la carreta resuenan en dirección contraria.
Los humanos que se encuentran la observan con curiosidad hasta que al final algunos se atreven a prestarle ayuda, en su conversación mencionan donde se encuentra para mas desidia de la bárbara, ella, Valeska, de la tribu de Vosslengard, del clan þjófur hija de Einar y Helga, está en el sur, en la pequeña villa de Heystad.