Boom!.... Boom!
-Remaaad
-Graaagh!!
Boom!.... Boom!
-Remaaad!
-Graaagh!
Tssssh!
No pierdas el ritmo pequeño hermano o ese látigo llegara hasta nosotros -susurró el fornido Nórdico que estaba a su lado-
Te juro que el dia que tenga la oportunidad beberé de su cráneo-murmuró Hilin-
El hombre soltó una mueca mezcla de dolor, esfuerzo y aprobación
-Eh! que tramais, remad escoria!-
Un latigazo rebotó contra la espalda de Hilin y después otro contra su compañero, ambos sin quejarse siguieron remando…
Hilin vivía en una tribu de las junglas del Shogunato, jamás había salido de la selva y no conocía el mundo exterior ni las maravillas que habitaban en la lejana civilización de los reinos del norte, jamás había oído hablar de Anorand ni de Zanundor ni nada parecido, pero sí que conoció a pitaras de Aysthor, vaya si los conoció, se asentaron en su hogar, unas ruinas de una ciudad perdida hacía ya años, buscaban algo, de eso no cabía ninguna duda, pero vinieron con amabilidad y en busca de comercio, solo trajeron la desgracia y la aniquilación de los suyos, pero los medianos son confiados y eso es algo que esos piratas supieron aprovechar, extrajeron toda la riqueza de la tierra, toda la magia de las ruinas, y con ello toda la vida que había en ellas, y cuando fue tarde, Hilin y su pueblo se alzó en armas siendo derrotados y vendidos como esclavos, solo aquellos que tuvieron la mala suerte de sobrevivir…
Hilin a pesar de la estatura, normal para su raza, era fuerte, orgulloso, hàbil con el arco y el hacha, buen guerrero, protector del jefe del clan.
Tenía el pelo largo estilo Mohawk, con la cresta llegando hasta mitad de las espalda, y solía ir con pinturas según su situación, guerra, guardia, cazador… todo tenía su ritual, pero Hilin ya no era el guerrero orgulloso que había sido hace dos años, su era pelo largo descuidado y con rastas, su cara y cuerpo estaban marcados por la sal y el sol había hecho mella en él, los grilletes marcaban sus tobillos y muñecas, hasta empezaba a tener barba, y su espalda tenía ya marcas en la espalda abiertas y cerradas... su compañero no estaba mucho mejor que él pero lo positivo de todo es que seguían manteniendo el humor y la venganza en sus mentes….
….
Dos días tardaron, desde que esta historia empezó, a llegar a un puerto que desconocían, ni rumbo, ni nombres, solo norte o sur era todo cuanto podían averiguar por las estrellas y el sol cuando la reja de la cubierta estaba abierta y podía verse el cielo.
Había mucho movimiento en el puerto y parecia que habia sido un buen dia para el capitán, pues estaba entrando mucha carga en el barco, mientras Hilin y su compañero dormían lo poco que se les permitía oyeron un estruendo y la grua que cargaba las mercancías se rompió, haciendo que la caja se rompiera al caer en la cubierta y quebrandola, una espada cayó entre las piernas de hilin a través del hueco que la caja había hecho, lo despertó, todo el mundo arriba estaba distraído por la caja y recogían la mercancía y los guardias de dentro solo miraron arriba y siguieron con la bebida, nadie reparó en la espada salvo todos los encadenados, nadie habló, todos asintieron a Hilin que hizo cuanto pudo para ocultarla en el hueco entre la pasarela y su pierna izquierda, el ambiente era más tenso que nunca, pero nunca habían mejorado las cosas como esta vez, los gritos de cubierta se oían cada vez más, el capitán tenía prisa para marchar…
Tardaron 3 horas más hasta estar preparados y el látigo volvió a rugir de nuevo, el tambor marcaba el ritmo y había que seguirlo, todos rogando a los dioses de que esa espada siguiera oculta, no hiciera ruido y mas importante aun, no brillara mas de lo necesario para que no destacara entre la mugre, los rugidos de cada remada se oían al unísono, silencio, tambores, látigo y gruñidos, todo a la vez y en mitad de la noche… truenos… estaba el capitán tan loco como para navegar con una galera en la noche y tormenta?
El barco empezó agitarse parecía subir hasta el cielo y bajar de nuevo con un empuje mas violento que el mismo capataz que tuvo que retroceder y agarrarse a algo, por lo menos los latigazos pararon esa noche, las pobres ratas que remaban seguían sin parar, pues de ello dependía su vida y entonces un chasquido metálico resonó en toda la bodega, más fuerte que los truenos, más fuerte que los tambores, más fuerte que los mismos gritos de Torim en el fragor de la batalla, o tal vez fuera que ese ruido significó mucho más que nada en esta vida... los grilletes dejaron de estar tensos, Hilin miró a su compañero y este empezó a reír…
-La Cadena! empujad la cadena los de delante! se ha roto!- se oyó desde atrás
Una enorme ola golpeó el barco y los guardia perdieron el equilibrio, algunos cayeron sobre los esclavos que hicieron cuanto pudieron para ganar tiempo, la cadena corria rapidamente entre sus piernas y muñecas, lo que le parecía una eternidad mirando la espada. el tramo final llegó y al soltarse golpeó su cara, soltando una mueca de dolor cogió su espada, el motín ya había empezado y Hilin y su compañero se unieron a la lucha, poco después el barco era suyo y la tormenta más feroz aún, vitoreaban, celebraban la libertad hasta que miraron a su derecha, una columna de viento y agua se alzaba junto a ellos, el viento embestía el barco y las olas mecían la cubierta, intentaron volver a sus puestos, a remar, al timón, pero ya era tarde, el barco estaba en mal estado y se partió en dos…
Hilin llegó a la costa despertado por el sol las gaviotas y la sal que le quemaba la boca y la piel pero no había nadie más ahí… Solo quedaba el, sin saber donde estaba, ni si había la posibilidad de poder encontrar a alguien simplemente andó hacia el oeste…
Hilin volvía a ser Libre y no iba a permitir que eso fuera a cambiar, nunca más...