Lefur, procede de la ciudad de Fortalezaroja. Su padre Ronthar hizo una pequeña fortuna comerciando con útiles de guerra y armas, como su negocio florecía decidió mudarse a la capital del comercio. Aún en la distancia, Ronthar siguió manteniendo estrechos lazos con Lefur de la que regularmente recibe materias primas para sus manufacturas.
Ronthar tuvo dos hijos gemelos, Lefur y Gimli. Ambos, aunque de buen corazón, no se inclinaban en demasía por la vida de un buen compadre enano, por lo que su padre decidió que en la celebración de su quincuagésimo cumpleaños ambos partieran en un viaje a sus orígenes, al norte.
Lefur aceptó el “regalo de su padre” con mayor recelo que su hermano Gimli, más inclinado a las aventuras y las empresas peligrosas. Lefur siempre había sido más reflexivo y meditabundo lo que forjó en el un espíritu paciente y observador.
Roolgar se dio cuenta de lo lejos que estaba de la forma de vida de un buen enano cuando vio la ciudad en la que habían prosperado sus antepasados, sobre todo cuando conoció las minas de FortalezaRoja, con sus enormes túneles repletos de cuantiosos minerales, y el retumbar constante de los picos y los martillos enanos desbrozando y esculpiendo la roca.
Cuando Lefur volvió dos años después, volvió solo. Gimli decidió quedarse y seguir el camino de las armas y hacer frente a las amenazas constantes provenientes de las Montañas del Espinazo del Mundo.
Ronthar, su padre, recibió a su hijo a su llegada y descubrió que su hijo había cambiado. Lefur mostraba una extraña sabiduría en la mirada. Ambos querían abrazarse, pero no lo hicieron, simplemente Lefur dijo: “Padre he decidido ser un Martillo de Morunn”.
“Entonces tu sitio está en Yunqueferro, con el Clan”. Sentenció su padre.
El día que Lefur partió hacia Yunqueferro el semblante de su padre rebosaba orgullo, orgullo enano.