Mis primeros años, entre las callejuelas de Daganoth fueron algo agitados, en lo material la abundancia nunca fue nuestro fuerte.
Padre, un guerrero venido a menos, tenía siempre historias de antaño. Historias sobre el honor, peleas absurdas donde había salido victorioso aun arremetiendo de frente contra un enemigo más poderoso. “Tórim te protegerá, siempre que tu honor prevalezca”. Pero de nada sirvió cuando volviendo de la taberna unos viajeros lo mataron por la espalda para robarles las pocas monedas que traía encima.
Desde ese día, todo se fue a pique, mi hermano mayor se fue al sur para patrullar los poblados dispersos. Madre y mi pequeña hermana trabajan en la taberna y en algunas casas, ayudando con las tareas sencillas.
¿En cuanto a mí? Me perdí entre los callejones, metido en problemas que realmente no deseaba, pero sin encontrar la salida.
Una tarde, caminando sin un rumbo fijo, me encuentro con el Templo de Tórim y me invadió un sentimiento de furia y en mi verborragia arremetí contra la puerta de una patada, y luego otra, y una más… continué hasta que me tomó por la espalda uno de los cleros. Me llevó prácticamente por la fuerza adentro, logró calmarme y obligó a resarcir las molestias. Ofuscado salí de ahí al terminar y seguí mi camino. Pasé varias noches soñando con las historias de mi padre, y como Tórim presente en cada batalla lo trajo a salvo. La rabia volvió y me encaminé al templo, para increpar al clero y pedir explicaciones, claro está para un niño de mi edad por aquel entonces, era más que evidente el culpable.
Así comencé a ir cada vez más seguido, durante unos meses, y terminé por vivir allí, aprender la historia y comprender la importancia del honor en cada causa.
Los años pasaron y me sentía cada vez más preparado para dejar de ser un monaguillo, las pruebas fueron duras, pero mi determinación suficiente.
Una vez ascendido, seguí entrenando duramente, para luego ir a buscar batallas, perseguir causas honorables y pelear por ello.
Kaeldar Zarek - Siervo de Tórim - Autoproclamado Espada del Honor.