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Crónicas de Ahystor: La Umbría del Bosque (Primera Parte) -Velëriel de Khael-
Autor
Mensaje
SyrinxFlute
Mensajes : 16 Fecha de inscripción : 31/05/2017
Tema: Crónicas de Ahystor: La Umbría del Bosque (Primera Parte) -Velëriel de Khael- Sáb 30 Sep 2017, 02:37
La umbría del bosque
La cerrazón se cernía sobre la espectral y boscosa espesura componiendo una cadencia escalofriante; tempestad y graznidos se conjuraban para anegar aquel lóbrego y arbolado paraíso adueñándose de la voluntad de las más medrosas alimañas. Sin embargo, el traqueteo del exornado carruaje era el contrapunte de tan espeluznante atmósfera, abriéndose paso entre la hojarasca y el lodazal en que se había convertido la vereda que llevaba hasta la Joya del Este, centro neurálgico del comercio y esplendente capital portuaria, Ahystor.
El hálito de la brisa nocturna había sido sepultado por el aroma de la tierra húmeda, amalgamándose en un odorífero cromatismo que la perfumista, desde el interior de la carrocería, inspiraba a pleno pulmón, dejándose embargar por el éxtasis de las fragantes dimanaciones que el bosque brindaba para su exquisito paladar. Desde la intemperie, la lluvia arreciaba con inclemente impetuosidad sobre la encaperuzada gabardina del mayoral, que intentaba dominar la apocada caballería con el manejo de las riendas, al tiempo que dejaba guiarse por una mortecina y etérea luz lunar que, como faro a velero, descubría un camino cada vez más nebuloso. Mas allí, acechando desde la umbría, un flamígero proyectil apuntaba despiadadamente a la sien del semental que galopaba desbocado por los terrores que la noche encerraba. En un santiamén la flecha salía vertiginosamente despedida sellando el destino del desdichado animal.
El carruaje volcó ineluctablemente. El mayoral, arrojado sin contención, encontró una muerte rápida contra el sólido leño de aquel estoico olmo que se interponía en su trayecto, aplastando su cráneo sin clemencia y regando de sangre los vástagos que anidaban en sus raíces. La perfumista y su guarnición habían sobrevivido milagrosamente al siniestro, sin embargo, sus cuerpos habían sido lisiados con virulencia, y apenas eran capaces de moverse o emitir sonido alguno. Su suerte había sido confiada al veleidoso destino donde, la inquina, sonrió mordaz a los guardias, cuando más de diez cuchillas se enterraron en los confines de sus fauces. Velëriel, testimonio de aquel ominoso desenlace, intentó invocar el mágico efluvio de los proverbios feéricos, pero nada emanaba de sus frustrados intentos, pues los bisbiseos que articulaba eran exentos de cualquier atisbo de energía arcana.
-¡A ella no! Fijaos en sus ropas, ¡ineptos! -exhortó imperativa el adalid de los malhechores. - Ella nos podrá servir de algo, amordazadla y encerradla en los subterráneos.
- ¡Pero qué buena estás! A ti te follaré bien, perra. ¿Sí? Claro que sí… - musitaba con perfidia uno de los secuaces a oídos de la perfumista, desvalida, mientras la aprisionaba y se la llevaba en brazos.
Crónicas de Ahystor: La Umbría del Bosque (Primera Parte) -Velëriel de Khael-