Mi nombre es Hallmar, guerrero veterano, padre de siete hijos y un largo etcétera

-Muchos verán a un enano y dirán: Cabezota, bebedor, usa un hacha o martillo para todo y odia la magia. Tal vez esto fuera cierto para mí en mi juventud, pero ahora que soy viejo, me he tenido que acostumbrar a otras cosas. Uso una espada ya que es más ligera que un hacha o martillo y he visto que la magia puede suplir las muchas carencias que tengo ahora, después de todo, estando medio ciego y con las manos temblorosas no podría apuntar una ballesta y sin embargo un cetro mágico dirige sus rayos automáticamente a mis enemigos. 

Hace 250 años comencé mis andaduras como cualquier enano, hacha en mano, partiendo orcos a golpes. Yo era muy guapo en aquella época, te reirás, pero es cierto, menudo pelo tenia, las mujeres me perseguían y al final me casé con la mejor.

-¿con la que corrió más?

-Eres muy gracioso, me refiero a la que me gustaba a mí desde siempre, Brunhilda. Como ya te dije cuando me presenté, me dio siete hijos y bueno estos hijos me han dado nietos... y quizás tenga algún bisnieto ya. Pero llevo un tiempo perdido y no ha sido por propia voluntad.

Una de las misiones que acepté hacer para el ejército enano fue la búsqueda y captura del ladrón del tesoro de uno de nuestros nobles, lo cual me llevó a tierras élficas...
Y bueno, digamos que por desconocimiento acabé cometiendo un delito allí, no preguntes, aun no sé qué delito fue. Acabé en una prisión rodeado de lo peor, con alguna excepción. Y bueno, dado que los elfos tienen una concepción del tiempo tan peculiar, mi estancia allí no iba a ser corta, entonces, esa excepción de la que te hablo y yo, trazamos un plan de escape: nos pusimos a pelearnos hasta que entraron un par de guardias a "tranquilizarnos" y entonces saltamos sobre ellos, los dejamos fuera de combate y usamos sus llaves en las puertas hacia la salida. El amigo consiguió escapar corriendo, mientras que yo era usado como diana, dada mi lentitud. Una de esas flechas me dejó muy mal y caí rodando al agua. Se ve que dieron por muerto y fueron a por el otro, que se salvó por cierto, aunque no supe de esto hasta mucho tiempo después.

En fin, que me fui nadando hasta una orilla, curé mis heridas como pude y me metí en el primer barco que saliera de aquel sitio, ¡maldito sea ese barco!
Me pagué el viaje trabajando de marinero, pero no podía estar a salvo, no. Quien fuera el que dirigiera el barco nos metió en una tormenta, que resultó ser demasiado fuerte, tanto como para tirarme por la borda junto con los barriles que intentaba asegurar con cuerdas.
Y así fue, a la deriva sobre una balsa hecha con cuatro barriles de ron y varias cuerdas, como acabé llegando a estas costas. Y sí, me alimenté a base de ron y algún pez durante a saber cuanto tiempo.

-¿Y en cuanto a tu uso de la magia?

-Verás, yo no he tenido ningún trato amigable con la magia hasta que llegué aquí. El día que salvé a un hada llamada Aemara atrapada en una jaula, aquí mismo, en la mina de Heystad, poco tiempo después de llegar. Como agradecimiento decidió seguirme allá donde fuera y lanzar sus hechizos sobre mí. Y con el tiempo llegué a acostumbrarme .
-¿Y qué piensas hacer ahora?

-Encontraré un camino que me lleve a mi hogar, no pienso subirme a un barco de nuevo.

-Sabes que estamos en una isla?

-Brrrbrbbrrbbrrrrr *maldiciones varias*


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*Físico: Enano de 300 años, bien arrugado, calvo, olor a alcohol, las manos le tiemblan y solo ve borroso más allá de 6 metros. Recientemente se compró una peluca de pelo de león.
*Psicológico: Afable por lo general, dado a la bebida, siempre habla de los viejos tiempos e intenta emparejar a todos los jóvenes con los que se encuentra y quizás dé consejos sobre el amor bien desfasados o válidos solo para enanos.
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