Pese a estar rodeado de gente aquella noche, pese a que todos le mostraban su agrado, pese a que esa noche lo estaba pasando bien y pese a que empezaba a sentirse cómodo cuando estaba rodeado de gente.. Bruto notaba su ausencia.
En realidad, había aprendido todos estos años a no "echar de menos" a nadie. Para él, echar de menos, significaba querer demasiado, y es algo que se había planteado hace tiempo dejar de hacer.
Era uno de los días más importantes para el Guerrero, ahora comerciante, desde que salió de los calabozos de Radengarth y ella no estaba presente, como hacía ya varias -más de 15- jornadas de sol y luna.
-"Ha sido una fiesta fenomenal"
-"La comida era exquisita"
-"Disfruté muchísimo con la actuación"
En realidad todo le sonaba algo vacío. La gente le hablaba, pasaba por delante, cruzaba la mirada con la suya... Y no sentía la calidez que esperaba. Cuando se permitía el lujo de pensar en ella, le venía a la mente las duchas en la cascada congelada de la taiga o compartir asado en la choza o retozar entre cojines y pieles y, de forma automática, se transportaba a su gesto en forma de sonrisa.
No quería hacerlo. No quería revivir tiempos felices, ya lo hizo una vez y no fue la mejor decisión de su vida. Ahora había aprendido a dar pasos hacia delante, como en la guerra, como lo haría un guerrero. Como lo haría él. Quería no "echar de menos", no quería volver a sufrir por lo mismo.
-Ya sabías que es un alma libre, ya sabías que esto podía pasar, su cabeza es como la de una puta cabra. Aprende a ser libre, sigue lo que hayas podido aprender estando con ella y dale las gracias. Vive.
Tras pensar y volver a hacerlo, tocaba atarse las botas y dar pasos firmes, como el sabía hacerlo.